Para el filósofo español José Ortega y Gasset el hombre intenta hacer entendible este mundo, un mundo que se presenta múltiple y cambiante; un mundo donde muchas de las cosas que nos suceden son incomprensibles. ¿Cómo entender el caso de aquel carabinero que salvó su vida en un tiroteo pues la bala rebotó en una lapicera que tenía en el bolsillo de su camisa y que, una semana después, murió cuando en una noche de tormenta una rama de árbol cayó sobre la radiopatrulla en que él se encontraba?; o como cuando una madre desconsolada por la muerte de un hijo grita preguntándose: ¿por qué?.
José Ortega y Gasset |
Necesitamos entender las cosas que nos suceden, no soportamos comprender o capturar solo una parte de las cosas sino que estamos necesitados de comprender el todo. Es por esto que nos molestamos cuando vemos la mitad de una película y no vemos el final; en este caso inmediatamente nuestra mente busca un final para la película, para entender el todo. Este fenómeno se llama lo COMPRESENTE, que es: cuando apreciamos solo una parte del todo y nuestra mente inmediatamente de forma imaginaria lo completa. Esta necesidad que tenemos de comprender el todo se ve limitada por nuestra mortalidad, no vemos la realidad completa cada vez que miramos solo vemos una parte de este mundo, nos vemos obligados a imaginar y completar aquellas zonas que no vemos. Dando así origen a lo que está más allá de lo físico.
El hombre tiene la necesidad de explicarse todas estas cosas que le suceden, de entender el caos aparente en que se desenvuelve el mundo, interpreta al mundo que lo rodea, dándole significado a las cosas a través de las palabras. Ese es el modo en que el hombre traduce la realidad e intenta comprenderla. Las palabras se vuelven así ideas, ideas sobre la realidad y que son la forma en que nosotros interpretamos la realidad.
Así, Ortega, señala que el primer momento de capturar la realidad es a través de las IDEAS, que son las interpretaciones que hacemos de lo real, pero que no son la realidad. Hay una distancia entre la realidad y las ideas que tenemos de ella, es por esto que las ideas deben ser sostenidas por argumentos. Un ejemplo de ideas son las leyes físicas, como la teoría de la relatividad de Einstein que debe ser sostenida por una serie de otras ideas que son usadas como argumentos para sostenerla. Este conjunto de ideas es lo que comúnmente llamamos dogmas, dogmas que sepultan la realidad verdadera, subordinándola al campo de las ideas, impidiendo ver la realidad tal cual es.
Sin embargo Ortega descubre que las ideas son el nivel primario de entendimiento que tenemos sobre lo real; el estadio más alto es el de las CREENCIAS, las creencias también son interpretaciones de la realidad, pero se desarrollan a nivel más profundo. Con las creencias uno cuenta, como por ejemplo creer que este papel que tienes frente a tus ojos no saldrá volando. Una creencia es la suposición de algo en lo que confiamos intrínsecamente. El ejemplo más claro de una creencia es el estar vivos. Por ejemplo, cuando nos despedimos de nuestros amigos decimos: chao, nos vemos mañana. ¿Pero, esto es real?, ¿es real que seguiremos vivos el día de mañana y nos veremos o es solo una suposición? Una suposición tan profunda que sin darnos cuenta la aceptamos como real. Existen dos tipos de creencias, las VIVAS (que son aquellas con las cuales contamos y determinan nuestra forma de vivir, como por ejemplo creer que despertaré el día de mañana y el mundo seguirá tal cual como lo dejé antes de dormir) y las MUERTAS (aquellas que hemos dejado de creer y ya no dominan nuestra vida diaria). Cuando una creencia viva se enfrenta a otra creencia que se opone a ella (por ejemplo, si creo que seguiré vivo y surge un doctor y me dice que producto de una enfermedad quizás no siga viviendo), se produce una grieta, una fractura, un estado de duda existencial en donde, debemos decidirnos por una de las dos creencias opuestas. Al decidirnos buscamos justificar nuestra elección sosteniendo esa creencia con ideas.
Es en este momento de duda en donde nace la reflexión filosófica.
El hombre griego creía en un mundo dominado por dioses antropomorfizados, capaces de amar, odiar, sentir rencor y celos; y un buen día esa creencia se vio enfrentada a otra opuesta: no existen tales dioses. Ese es el comienzo de la filosofía.
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